En la cultura azteca, el espejo humeante estaba asociado al dios Tezcatlipoca, dios del frío que representaba el cielo nocturno y que tenía el don de la ubicuidad. La obsidiana es un material que no absorbe la luz sino que la refleja. Por este motivo los antiguos aztecas creían que el espejo de obsidiana reflejaba la imagen y la noche, asociando su retrato con la imagen de la conciencia. Este autorretrato sobre espejo de obsidiana también participa de este entendimiento.